El chocolate sabe a
fresa.
El azúcar empieza a
sobrar en el café.
El abrigo cuando no
hace frío.
El ruido en el ruido.
La vida, mucha vida
en la noche.
Un libro con páginas
sin leer.
El espacio que sobra,
cuando no hacen nada
por no chocarse contigo.
El pinta uñas sin
secar
al cenar con las
manos.
Los labios rojos y
todas sus huellas,
en la comisura de los
labios,
en el cuello de la botella...
en la piel morena.
La percepción de la
vida
a través de las notas,
de mi lengua, la de ellos, la de los que viven
lejos,
de la
música... y en el silencio.
Destellos de sol en tus
ojos.
La ilusión en mis
labios.
El placer en la risa.
El miedo en un gesto.
Ser feliz sólo con
querer serlo.
Palabras sin sentido
pero con significado.
Yo me entiendo, tú a
veces también...
No todo el mundo
quiere entender.
La noche, muy oscura
pero con la luz de los faros
que la convierten en
día pese a la hora.
Muchos referentes y
ninguno al que quiera asemejarme.
Una memoria finita
con líneas desaparecidas
por entre su aparente
infinidad.
Yo siendo yo.
Un kata o una forma,
volvemos a lo mismo.
Un combate de los ojos en una mirada.
Encuentros en
divergencias.
Como siempre puntual
en la propia impuntualidad.
Ganas de llegar a
tiempo llegando tarde.
Soñar despierta.
Tenerlo todo y que te vean sin nada.
Ir caminando por la Gran muralla
desde mi taburete de madera.