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jueves, 31 de mayo de 2012

El Arte en la Ciencia

Porque no todo es trabajo, estudio, trabajo, tesis, trabajo... en la vida. De vez en cuando hallamos tesoros de todo tipo que a priori no sirven y que sin embargo le dan un sentido sin sentido a los días.

Esta vez mi tesoro es un libro publicado en 1926 que tiene ahí guardado en el depósito de la biblioteca de la Facultad de Medicina. Estaba en buenas condiciones cuando lo dejó cuidadosamente el bibliotecario en mi mesa, pero una vez abierto el polvo no pasó inadvertido frente a mis alergias compuestas de una exagerada respuesta inmunológica y un pánico ante el terror, cualquiera que éste fuera.

Con el paso de los años, el polvo se había colado por el espacio que permanecía entre las páginas sin alcanzar por completo el texto que tenía a modo de espejo cada fotografía. Pero esto no lo era todo, en la obra había una serie de fotografías, láminas y dibujos: una muestra de arte que me dividía. Conforme mis ojos curiosos se impacientaban por continuar mirando, se producía en mí la dualidad del rechazo y la fascinación, el miedo y la angustia frente a una admiración por los detalles y el cuidado extremo que tenía al pasar las páginas con la punta de los dedos. Al fin y al cabo todas ellas se habían realizado con esfuerzo y esmero con el fin de que todos aprendieran pero, inevitablemente, representaban y siguen representando el terror de la enfermedad ahora erradicada.



Y ahí me quede, admiradora, como un ratoncito de biblioteca un tanto particular, una intrusa lingüista en el mundo del arte en la Ciencia, fotografiando el dolor y el sufrimiento de tiempos pasados con un brillo en los ojos que superaba ya cualquier miedo.



domingo, 27 de mayo de 2012

El grito

La agente siguió leyendo «[...] se detuvo ante un cuadro al óleo; mostraba a una criatura pelada y oprimida, con una cabeza semejante a una pera invertida, que apretaba sus manos horrorizadas contra sus oídos, con la boca abierta en un vasto grito mudo. Las olas encrespadas de su dolor, los ecos del grito, ocupaban el espacio que la rodeaba. El hombre, o la mujer, estaba encerrado dentro de su propio aullido. Se cubría los oídos para protegerse de su propia voz. La criatura estaba de pie en un puente, y no había nadie más. Gritaba a solas. Aislada por el grito a pesar de él.», hasta que lo entendió todo con una sola imagen:


Se había congelado. La habitación en la que se encontraba se había convertido en su prisión y su cuerpo en su propia jaula. Quería gritar de horror pero sus músculos no aceptaban las señales que les mandaba su cerebro. No podía emitir sonido alguno. Estaba atrapada dentro del cuadro, se había convertido en protagonista y tenía miedo. Su corazón le dolía, le ardía, quería salir de su cuerpo pero su piel lo retenía. El dolor era cada vez más insoportable. Sus muñecas y tobillos le ardían pero por dentro estaba congelada.

Lo había comprendido, de alguna manera, las líneas que leía eran la historia de su propia vida. Pero ¿y su compañero? ¿Dónde estaría entre tanto horror? Aquella obra representaba su miedo pero no había nadie más allí. ¿Iría a salvarla? ¿Estaría vivo todavía? ¿Seguiría adelante la misión o quedaría abortada? ¡Qué de preguntas! Eso lo sabría en el punto de encuentro. La misión la tendrían que terminar con paciencia cumpliendo cada uno con su cometido, si es que hubiese alguna forma de llegar vivos a la meta.



sábado, 26 de mayo de 2012

Las hormigas

El mar estaba en calma y no era emocionante, pero pese a las fechas la playa ya estaba llena, había demasiados cuerpos, ruidos y gritos.También había hormigas de esas que aparecen de la nada en los hombros y otras que trepan desde los dedos de los pies por las piernas y hasta mis muslos. ¿Me querían comer a mí? Yo prefiero pensar que la crema solar era lo que me convertía en comida, en un cachito de carne para darles de comer a las hormigas.
Harta de ser sólo un pienso humano, decidí volver, mirar en el espejo lo que quedaba de mi cuerpo y escribir a mano páginas y páginas de emociones fuertes. Con suerte, así volverían las olas y yo iría a verlas.

Las notas de la vida del Sur

El sol siempre arde por aquí y te deja bañada en sudor hasta que te apetece una ducha fría de verdad. La noche tampoco pierde su esplendor, deja vistas preciosas, una calma sólo interrumpida por unos grillos alegres que respetan tu silencio sin preguntar, y la brisa que mece tu pelo. Son las notas de la vida del Sur.
Días así pueden ser atroces hasta llegar a perseguir la sombra por las calles desiertas. Pero siempre acaba dando una tregua el Sol al desplegarse en los atardeceres. Atardeceres para maravillarse y recordarte lo pequeña que eres y lo mucho que has hecho. Están para recordarte la imperfección de tu condición humana y el espíritu de lucha de tu voluntad. Están para que los vuelvas a esperar cada día porque no sólo ellos necesitan que pase el tiempo sino que tú también los necesitas al abrigo de la intemperie. Los necesitas para dejar fuera la jungla, las obligaciones y deberes, la crisis, todo lo político, económico y social, lo que esperan los demás, lo que pensarán o lo que crean mejor o no para ti.
Los atardeceres están para eso: para escuchar las notas, para serenarse un poco y componer un acorde, abrir los ojos ante la sencillez que reside en la complejidad abrumadora de la vida y ser una misma con algunos destellos de luz alrededor.



Y con suerte poder terminar la noche detrás del volante cantando a pleno pulmón una canción de Kiss
sin saber del todo por qué. 



miércoles, 23 de mayo de 2012

Porque éste podría ser su plan

«...competían. Pero ¿por qué compiten?"
"Por nuestras mentes -se respondió Isidore-. Luchan por el control de nuestro yo psíquico..."»

¿Sueñan los andróides con ovejas eléctricas? - Philip K.Dick

lunes, 21 de mayo de 2012

De animales eléctricos

Cayó del cielo y entre sus manos el libro adecuado justo en el momento más idóneo.
«Él y sus ovejas eléctricas me están salvando del aislamiento y de la desconexión con el mundo.» se dijo a sí misma con una sonrisa dibujada en los labios.
Cierto era que aún quedaban esas líneas telefónicas primitivas en casos de emergencia, pero en pleno Plan B, el equipo tenía que actuar en solitario hasta que la misión estuviera a punto terminar.
Se trataba de una misión de alto riesgo, en pleno período de conflictos políticos, económicos y sociales, en la que los agentes debían guardar la calma por encima de todo. Sí, éste era un gran deber dadas las circunstancias. Debían cuidar hasta el más mínimo detalle, las señales y la información transmitida, actualizarse y mantener las conexiones al mayor rendimiento de manera que hubiese la mejor recepción posible venido el momento. La única prohibición era la de no presionar aquel botón rojo del panel de control, al menos eso fue lo que les dijeron. Tantas responsabilidades y peligros requerían un estómago fuerte y un instinto sigiloso... Por eso el silencio y la sonrisa se habían convertido en sus cómplices y fieles amigos. Eso ambos lo sabían bien.
Así con todo, la agente, con el pelo delante de los ojos entre la mente concentrada y atenta y el  lector, presionó suavemente las teclas grises que, sin obstruir la señal ni desestabilizar las ondas de frecuencia, pasaban de porcentaje de lectura.
«Más abajo, entre los restos del agua caída del cielo, le llamaban», siguió leyendo. «Ese maullar artificial no le era ajeno; el felino que reclamaba su atención tenía manchas blancas en guisa de botas de agua.»

jueves, 17 de mayo de 2012

Personne

"Je n'appartiens pas à personne d'autre qu'à moi même. Bleiberg sait modifier les corps, pas les esprits. Personne ne dicte mes actes. Je suis le capitaine de mon âme."

David S. Khara - Le projet Bleiberg

martes, 15 de mayo de 2012

Tiempos duros

La vida no es fácil, eso ya se sabía. O por lo menos lo sabíamos casi todos. Los tiempos cambian, unos son más duros, otros tan sencillos como hacer tostadas por las mañanas. Pasamos por complicaciones y por etapas de rutina total y absoluta. Repetimos actos de habla, comportamientos, ejercicios de memoria. Repetimos grandes hazañas aunque los logros parezcan diminutos. Erramos a veces y nos reencontramos más tarde. Rompemos platos y llenamos nuestra memoria interna de trofeos. Derrochamos energía, tropezamos y perdemos algo de dulzura. Derramamos lágrimas de dolor, rabia, tedio, amor y felicidad. Pero también sonreímos para mantener el tipo, seducir o ganar la batalla aunque sea frente a un niño que nos observa bien atento. Seguimos leyendo. Pasamos páginas poco a poco hasta terminar el libro. Pasamos el mensaje susurrando al oído. Gritamos de alegría o por todo el odio que nos gobierna. Ahorramos para luego perder. Viajamos sin desplazarnos. Sólo movemos un milímetro las pestañas. Escuchamos sin que nadie hable. Tocamos notas y las ondas nos atraviesan. Guardamos lo mejor para el final y bailamos un rato. La sabiduría nos hace callar y nuestro silencio es complicidad. Frases sin sentido y oraciones que detallan un mundo. El contexto se presupone sabido. La verdad está en el papel y lo dicho vuela.

Así son.

lunes, 14 de mayo de 2012

Como un camaleon

A veces, sólo bastaría con decidirlo, uno podría adaptarse al medio, de forma que la piel desnuda cambiase de color hasta desaparecer por completo.  
Lástima que el ser humano no disponga de tal propiedad.

Elle

Elle se retourne, lit quelques lignes puis perd l'appetit. Elle travaille, s'occupe à compter des mots, les changer...Elle décide de prendre un peu de plaisir durant cet après-midi qui la fait fondre. Elle joue, elle devient quelqu'un d'autre, quelqu'un de fort, de tenace, sans peur. Et puis sa continue, toujours pas faim. Heureusement, elle ne mange personne. Elle s'en est plutôt prise aux pages. Elle les avales sans mêmes les mâcher. Mais au moins, ça... Ça nourit l'esprit.