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lunes, 26 de septiembre de 2011

Noches

Esta noche es una de esas noches que resumen las últimas tres semanas y probablemente las próximas también. Todas ellas, o casi, las paso a solas entre líneas y notas, diálogos, personajes y personas, recuerdos y deseos.

Últimamente da igual que sea domingo, lunes o miércoles.

Las noches como ésta se parecen, se alargan, solas, sin dormir, sin agotamiento del cuerpo ni de la mente, sin que se haga de día, pero pasando de las tres de la mañana... con miles de recuerdos, palabras y consejos, algunas fotos, multitud de sonidos, el sabor de unas gotas de chocolate con trocitos de plátano en el helado, con los 36 proyectos anotados en dos trozos de papel, la arena entre los dedos de los pies, la carretera delante, mis ganas de aprender...

Era domingo, aún no he pegado ojo, mañana empieza la semana y los minutos siguen pasando. Me ha vuelto a entrar hambre pero no queda leche casi, como siempre, y las últimas galletas ya me las he comido hace tres minutos o más de veinte. Quiero seguir escribiendo pero una vez más el sueño va apoderándose de mis ojos que se van cerrando, muy a pesar de no tener ninguna razón para hacerlo.



Un consejo que quizás sea mejor no olvidar

"No te reprimas por nadie y, cuando la felicidad llame a tu puerta, aprovecha la ocasión y sé feliz. Puedo decirte por experiencia que estas oportunidades aparecen dos o tres veces en la vida y, si las dejas escapar, te arrepentirás para siempre".

Murakami, H. (2005): Tokio Blues. Maxi TusQuets, Barcelona, p. 350-351


viernes, 23 de septiembre de 2011

Vuelta

Vuelta a la ciudad cuando también vuelven las nubes, de esas grises claroscuras que dejan con la duda de la lluvia. Vuelta al frío del iglú de mi casa cuando fuera hace calor. Vuelta al riesgo de que esa puerta se abra sin avisar cuando lo único que quieres tú, pequeñita, es dormir acurrucada en tu universo.

Facto Delafe y Las flores azules - Enero en la playa


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Es tarde ya

Es tarde ya.
Y como todas las últimas noches, empieza a hacerse tarde. Sí, me gustaría poder dormir. Dormir entre tus piernas, acurrucada ahí donde me puedes ver y acariciar cuando tiemblo en esos sueños que nunca recuerdo. Pero no siempre se puede, igual que no siempre se sueña.
Como todas las últimas noches, en mi cabeza no hay más que ruido, un ruido molesto que, como la huella del agotamiento que no se ha impreso, no me deja cerrar los ojos. Es ese ruido al que sólo consigue acallar algún que otro autor convincente después de recorrer páginas y páginas llenas de palabras.
Como todas las noches necesito recordar lo que se siente en ese coche, en tu abrazo o siguiendo las notas de piano que me envuelven como si estuviera en una burbuja de esas transparentes que se elevan y se pierden de vista.
Como esta noche que, igual que en las últimas, se hace tarde y luego temprano, y no deja de parecerme una eternidad.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Gotas de lluvia

Aquí también han llegado las gotas, mucho más tarde y más suaves también. Su olor es distinto, y el ruido que hacen al tocar el suelo, apenas perceptible. Sólo queda tumbarse, quitarse los cascos e intentar sentirlas, aún a sabiendas que son meras gotitas en la noche y que, como mucho, te mecerán sin terminar de regar las plantas que cuelgan del balcón.