Los miércoles son la inocencia y la bondad en persona los que abren la puerta. Y es que es verme y ni él ni yo podemos dejar de sonreír. Tiene ricitos de color azabache y mide algo más de medio metro. Corre mucho y se mea de la risa al verme y, cómo no, me lo contagia. Me atrapa cada vez que puede y me apretuja con sus manos diminutas. Hace un sprint por el pasillo que le queda grande y hunde su cabecita contra mí o se engancha a mi rodilla para que no me vaya. Yo creo que cuando me conoció pensaría que había una loca en su casa, pero ahora diría que se ha enamorado de mí, o yo de él. ¡Quién sabe!
He never says goodbye but always "Hello!".
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